No me interesa del todo la cuestión de la «presencia» o de la «desaparición» del traductor, ni quiero hacer de esto una reflexión sobre los muchos problemas que he tenido traduciendo este libro. Cualquier crítica a mi traducción será recibida con alegría, cualquier corrección o mejora será en beneficio de los lectores y de las lectoras que vengan a él. En este sentido, como la mayor parte de gente que hoy traduce, entiendo la labor como un proceso sin final, lleno de fisuras en las que el texto traducido es una oportunidad para leer una de las muchas obras posibles. Dicho esto, me interesa compartir una serie de límites esclarecedores con los que me he ido topando en el proceso de traducción, y que han hecho de mi labor algo extraño e imposible por momentos.
Me gustaría defender aquí que los poemas contenidos en Crush, el libro de Richard Siken galardonado en 2004 con el Premio Yale a Jóvenes Poetas y publicado en 2005 por la Universidad de Yale, entran dentro de una forma de traducción que no puede corresponderse con el modo tradicional de trasladar un texto de un idioma a otro debido a lo que las redes sociales (en concreto, Tumblr) hicieron del texto. Hoy son muchísimos los ejemplos de lo que pretendo explicar. En España tenemos el conocido «Y eso es algo terrible». Crónica de un poema viral, libro de Daniel Escandell sobre unos versos de Ben Clark que recorrieron las redes sociales adoptando formas, amplificaciones y variaciones de todo tipo. Sin embargo, siento que el libro de Richard Siken es tal vez de los primeros en someterse de una forma muy concreta a una lengua—cuidado, no lenguaje— propia de Internet.
El texto que escribe Richard Siken está escrito en inglés y, sin embargo, en el proceso de traducción me fui dando cuenta, así como creo que también el editor se fue dando cuenta, así como las varias personas angloparlantes y queridas que nos ayudaron en el proceso (Carl, Gillian…), de que la lengua del texto había ido alejándose del contexto lingüístico-geográfico estadounidense desde que se escribió. O, mejor, de lo que nos dimos cuenta fue de que antes de traducir el texto al castellano había que llevar a cabo una operación quirúrgica: la de entender que el Crush que habíamos leído y entendido a partir de Internet no era el poemario que había que traducir. Tenemos el libro en nuestras casas, lo hemos leído varias veces, hemos pensado mucho en los poemas que lo componen — en su adolescencia, Carl utilizaba una captura de «Sherezade» como pantalla de bloqueo; yo tenía «Música de carretera» diseccionado por todo mi Tumblr—. Pero de pronto, con el libro delante y el diccionario abierto en el ordenador, la labor era otra, el texto era otro. El Crush que leí, descuartizado por Tumblr, cuando tenía dieciséis, no estaba escrito en un inglés que entendía a duras penas, sino en otra lengua, la lengua de Internet, que sí me resultaba totalmente inteligible.
Y, con todo, el encargo de Unai, el editor de Ultramarinos, exigía partir de un libro escrito en inglés, en su variante estadounidense. ¿En qué idioma estaba el libro que yo había leído en mi adolescencia? ¿Por qué sentí algo profundamente diferente cuando me acerqué a él para traducirlo? ¿Mi visión del lenguaje es ahora más analítica, más precisa, más seria? ¿Qué quiere decir que el Crush de mi memoria no estaba escrito en inglés?
Por supuesto, contamos con grandes ejemplos en la literatura en los que los idiomas se mezclan con agilidad y rapidez, en los que la traducción se convierte en un juego de máscaras y en los que no es posible delimitar o adscribir el espacio de lo traducido a un idioma concreto. De hecho, estoy seguro de que en casi todos los libros hay algo que se aleja en algún punto de lo que pueda considerarse la ortodoxia de la lengua en la que —supuestamente— está escrito. No es necesario acudir a Borderlands/La frontera, de Gloria Anzaldúa, para ello, ni ahondar en que el texto fijado de los Evangelios es el producto de una concentración y mezcolanza de traducciones, lenguas y voces de muy diversa índole. Así pues, decir que Crush «discurre entre lenguas» no es en realidad una apreciación más relevante que decir «está escrito en verso». Por eso mismo no creo que Crush sea particular en su modo de escritura, más allá de su calidad literaria, por supuesto. Más bien, creo que el libro se enfrenta a un fenómeno diferente en su traducción debido a eventos que se activan por su historia concreta. Yo quiero defender hoy que lo que modificó la lengua de Crush fue su recepción.
Cuando Crush se publica en 2005, la red social Tumblr aún no se ha inventado. Lo hará en 2007 y, para 2013, sus poemas recorrerán toda la red. Los poemas, e incluso estrofas sueltas, acompañarán un archivo expandido de imágenes y de estilos musicales que se define progresivamente y que se replica y comparte de manera extensa. Ese archivo tendrá un estilo característico y en él habrá algo de la obra de Richard Siken que cale profundamente.
Un poco de contexto: lxs usuarios que marcan la estética hegemónica de Tumblr en el comienzo de esa década son en su mayoría mujeres adolescentes y LGTBIQ+, en un momento en el que esas siglas aún no están del todo definidas y el feminismo no ha llegado al espacio mainstream en la red que se constituirá con el Me Too en Estados Unidos o con el movimiento 8M en España. Es una red extraña en su origen, alejada ya de la conversación directa de los foros o de la relación directa entre sus usuarixs. En su lugar, prioriza una forma indirecta de conversación y el desarrollo de una suerte de «personalidad visual», simultáneamente concreta y tipificada —parte de una narrativa compartida— y personalísima, extraña, que representa una distinción. Es un espacio complejo, psicológica y sociológicamente confuso, que no pretendo explicar en pocas líneas. La sensación es de que la agenda de Tumblr la marcan otro tipo de semi-perdedores: no son los friquis, alineados con una serie definida de referencias, sino algo más opaco y obtuso: una presencia estética melancólica (en ocasiones ligada a la depresión, a la tristeza, a la anorexia y la autolesión) pero que se reconoce a sí misma como importante y como acompañada por otrxs. Quedémonos con que esas personas, que en muchos casos se identifican como rarxs en sus institutos y en su vida familiar, encuentran en el espacio de Tumblr, menos capado y limitado por edad y contenido que muchas otras redes sociales emergentes, un lugar en el que ratificar y, sobre todo, configurar, sus modos de expresión más fundamentales.
Esas formas de expresión varían en los posts de lxs muchxs usuarixs de Tumblr, aunque algunas marcas de estilo son fácilmente reconocibles, que se suman a las que ya he mencionado: fotos en blanco y negro o en sepia, imágenes de flores decadentes, un esteticismo exagerado ligado al orientalismo decimonónico o al decadentismo, una devoción por la brujería y las prácticas espirituales heterodoxas, la pornografía amateur, la obsesión por drogas oscuras y antiguas—como el opio— y, en varios casos, música romántica que se considera «elevada», ramificaciones popularizadas de la «alta cultura» (como la poesía de Bukowski o el malditismo), el activismo ligado a identidades subalternas y la interseccionalidad. En esta constelación de figuraciones entra de lleno la poesía de Siken, cuya forma poética colabora con esa estética, la amplía y le da nuevas acepciones. Los versos de Siken triunfarán entre lxs usuarixs por su tono obsesivo, su fragmentación discursiva, su perfil de autobiografía espasmódica y por su particular forma de confesionalismo desvergonzado y exhibicionista.
Para este momento, el libro tiene más de un lustro, ha recibido atención suficiente, ha sido leído y releído, ¿por qué entonces digo que el espacio de Tumblr modifica al libro hasta el punto de haber supuesto el principal problema en mi traducción?
En primer lugar, porque algo que caracteriza a los usuarios de Tumblr es cierto internacionalismo compartido, una idea cosmopolita del «contenido» que permite un grado alto de distribución geográfica. Esto permite una diseminación del contenido e implanta el inglés como lengua franca de la red social. Las conversaciones son más indirectas y no es preciso entenderlo todo, los diálogos visuales suplen con agilidad el espacio del chat, que tiene un uso muy menor. En segundo lugar, la noción de refugio, en un sentido político (activismo, lucha, expresión compartida) y también erótico (como hueco para aquella explicitud rara o disidente) facilita la difusión de una cantidad de contenido pornográfico que es cada vez más censurado en las otras redes sociales. De hecho, la decadencia de Tumblr está ligada a la progresiva restricción del contenido considerado “de adultos”. En este espacio, Crush dejó de ser un libro unitario que se lee en papel para fragmentarse en poemas que constituían un luto agresivo y contradictorio, cuir en un sentido amplio. A los versos sueltos que se reposteaban una y otra vez entre imágenes saturadas del imaginario de una «experiencia triste americana» que era simultáneamente popular y fetichizada, se le sumó una forma concreta de recibir la obra de Siken. Esa recepción se basaba en un narcisismo fantasmado, en una proyección juvenil de lo no vivido, en una forma de descubrir el deseo que incluía naturalmente lo abyecto o lo peligroso como formas naturales de la rebeldía.
Crush siguió siendo Crush, pero fue también muchas otras cosas. Y se configuró una forma de leer en comunidad unos versos que ya no puede separarse de la percepción de muchxs que se acerquen hoy a la traducción. El proceso de acercamiento a Crush para muchas de estas personas —sobre todo para aquellxs que vivían en países donde el libro en inglés no era fácil de encontrar— no se parece a la lectura que puede ofrecer la traducción. El libro que tendrán en sus manos lxs lectorxs de la traducción será muy diferente para lxs que se acerquen a él por primera vez y para las personas que reposteábamos sin entender a la perfección su significado, pero que éramos arrastradas por una potencia estética que acompañaba e iba acompañada de otras imágenes, textos, músicas y descubrimientos pornográficos adolescentes en el claroscuro de Internet. Esta traducción quiere tener algo de su espíritu, de su ritmo y de las necesidades emocionales que nos acercaron a él por primera vez, aunque es muy consciente de la limitación que implica ese proceso. La decisión de no traducir el título es muy consciente. No haber traducido el texto sería, además de una boutade, un agravio inmenso y una oportunidad perdida para compartir (otro) Crush con lxs lectorxs. Pero en ese título intocado está el aviso, aunque la cubierta parezca desmentirlo: la versión original de este libro hace años que no está escrita en inglés.